Capítulo 67

El que la policía acordonara Muramaris y registrase la casa de Rolf de Maré sólo pasó desapercibido a los medios un día. El martes por la tarde, una persona que paseaba por la zona descubrió la cinta azul y blanca que contorneaba la casa y empezó a extenderse el rumor. Para no entorpecer la instrucción del sumario, la policía se negó a hacer comentario alguno acerca del cordón policial.

Johan estaba a punto de consumirse de frustración, porque nadie decía nada. Pia y él estaban en la redacción después de haber ido a dar una vuelta por los alrededores de Muramaris y filmar el lugar lo mejor que pudieron. Se vieron obligados a internarse en el bosque para poder captar algunas imágenes que a duras penas mostraban el área. La policía había cerrado la carretera de acceso.

Max Grenfors llamó, como de costumbre, para exigir algo con lo que pudieran abrir la emisión.

Johan no había conseguido ponerse en contacto ni con Anita Thorén ni con nadie que tuviera algo que decir. Se tiraba de los pelos con la mirada perdida en el vacío, mientras Pia, su compañera, editaba las imagines.

– ¡Joder!, no tengo ningún texto -se quejó-. ¡Lo único que puedo contar es que no tenemos nada que contar! La policía no suelta prenda, a la dueña no la he podido entrevistar, y no hay vecinos. ¿Qué coño vamos a hacer?

Pia dejó de teclear en el ordenador y dejó de mirar la pantalla, donde pasaban las imágenes del bosque con el magnífico edificio a fondo. Sacó su caja de rapé y tomó una bolsita.

– Sí, ¿quién porras puede saber algo…? Espera un momento, hay un restaurante aquí que abre en verano. Conozco a una chica que trabaja allí en vacaciones; es algo rebuscado, lo sé, pero puedo llamarla.


Diez minutos después, salían de nuevo para Muramaris para hacer un reportaje in situ. Johan informaría de las últimas novedades con la casa al fondo, aunque ésta sólo se viera en parte, a causa del cordón policial. Aquello resultaría mucho más impactante en televisión. Resultaba que la amiga de Pia Lilja era la novia del hijo de Anita Thorén y, además, estaba increíblemente bien informada. Conocía lo del cordón policial y les informó de la relación que Nils Dardel había tenido con Muramaris y de que, supuestamente, pintó allí el cuadro robado. La joven dijo también que, según había oído, la policía sospechaba que el asesino estaba de alquiler en la casa de Rolf de Maré en la fecha en que Egon Wallin fue asesinado.

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