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…Y yo, que odio la vida con timidez, temo a la muerte con fascinación [291]. Tengo miedo de esa nada que puede ser otra cosa, y tengo miedo de ella simultáneamente como nada y como otra cosa cualquiera, como si en ella se pudiesen reunir lo nulo y lo horrible, como si en el ataúd me encerrasen la respiración eterna de un alma corpórea, como si allí triturasen, a fuerza de clausura, lo inmortal. La idea del infierno, que sólo un alma satánica podría haber inventado, me parece derivarse de una confusión de esta suerte -ser la mezcla de dos miedos diferentes, que se contradicen e inficionan.

(Posterior a 1923.)

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