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Por lo demás, yo no sueño, yo no vivo, salvo la vida real. Todas las naves son naves de sueño siempre que esté en nosotros el poder de soñar(las). Lo que mata al soñador es no vivir cuando sueña; lo que hiere al […] es no soñar cuando vive. Yo /he fundido/ en un color uno de felicidad la belleza del sueño y la realidad de la vida. Por más que poseamos un sueño, nunca se posee un sueño tanto como se posee el pañuelo que se tiene en el bolsillo, o, si queremos, como se posee nuestra propia carne.

Por más que se viva la vida en plena […] y triunfante acción, nunca desaparecen el (…) del contacto con los demás, el tropezar en obstáculos, aunque mínimos, el sentir transcurrir al tiempo.

Matar al sueño es matarnos. Es mutilar nuestra alma. El sueño es lo que tenemos de realmente nuestro, de impenetrablemente e inexpugnablemente nuestro.

El Universo, la Vida -sea eso real o ilusión- es de todos, todos pueden ver lo que yo veo, y poseer lo que yo poseo -o, por lo menos, puede concebirse viéndolo y pasando y eso es (…)

Pero lo que yo sueño nadie puede verlo sino yo, nadie, de no ser yo, poseerlo. Y si, desde el mundo exterior, mi verlo difiere de como otros lo ven, eso procede de lo que de mi sueño pongo en verlo sin querer, de lo que de mi sueño se pega a mis ojos y a mis oídos.

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