95 Floresta

¡Pero ah, ni la alcoba era verdad: era la alcoba vieja de mi infancia perdida! Como una niebla se ha alejado, ha atravesado /materialmente/ las paredes blancas de mi cuarto real, y éste ha emergido nítido y menor de la sombra, como la vida y el día, como el paso del carretero y el chasquido vago del látigo que ponen músculos de levantarse en el cuerpo echado de la bestia somnolienta.

¿1930?

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