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…y un profundo y tedioso desdén por todos cuantos trabajan para la humanidad, por todos cuantos se baten por la patria y dan su vida para que la civilización continúe…

…un desdén lleno de tedio por ellos, que desconocen que la única realidad para cada uno es su propia alma, y el resto -el mundo exterior y los demás- una pesadilla inestética, como un resultado de los sueños de la indigestión del [311] espíritu.

Mi aversión hacia el esfuerzo se excita hasta el horror casi gesticulante ante todas las formas de esfuerzo violento. Y la guerra, el trabajo productivo y enérgico, la ayuda a los demás (…) todo esto no me parece más que el producto de un impudor, (…)

Y, ante la realidad suprema de mi alma, todo lo que es útil y exterior me sabe a frívolo y trivial ante la soberana y pura grandeza de mis más vivos [312] y frecuentes sueños. Esos, para mí, son más reales.

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