114

Octubre de 2007


Cassian Pewe estaba sentado en su despacho en mangas de camisa, leyendo un documento normativo, cuando la puerta se abrió de golpe y Roy Grace entró con la cara contraída por la ira. Cerró de un portazo, luego puso las manos en la mesa de Pewe y lo miró fijamente.

Pewe se echó para atrás y levantó las manos a la defensiva.

– Roy -dijo-. ¡Buenos días!

– ¿Cómo te atreves? -le gritó Grace-. ¿Cómo coño te atreves? ¿Esperas a que me marche y haces esto? ¿Me humillas delante de mis vecinos y de todo el puto cuerpo de policía?

– Roy, cálmate, por favor. Deja que te explique…

– ¿Que me calme? No me sale de los huevos calmarme. Voy a cortarte la puta cabeza y utilizarla para colgar sombreros.

– ¿Me estás amenazando?

– Sí, te estoy amenazando, pelota de mierda. Ve corriendo a Alison Vosper y pídele que te suene los mocos mientras te sientas en sus rodillas y le lloriqueas, o lo que sea que hacéis los dos juntitos.

– Pensé que estando fuera… Sería menos embarazoso para ti.

– Me las pagarás, Pewe. Vas a lamentarlo de verdad.

– No me gusta tu tono, Roy.

– Y a mí no me gusta que los agentes del SOCO merodeen por mi casa con una orden de registro. Diles que paren ahora mismo.

– Lo siento -dijo Pewe, envalentonado después de percatarse de que Grace no iba a pegarle-. Pero después de entrevistarme con los padres de tu difunta esposa, me preocupa que no se hayan investigado todos los aspectos de la desaparición de tu mujer tan a fondo como debió hacerse en su día.

Cuando terminó de hablar, sonrió y Grace pensó que nunca en su vida había odiado tanto a nadie como a Cassian Pewe en estos momentos.

– ¿En serio? ¿Y qué te dijeron sus padres que fuera tan novedoso?

– Su padre tenía bastante que decir.

– ¿Te contó su padre que estuvo en la RAF durante la guerra?

– Pues sí, la verdad -dijo Pewe.

– ¿Te contó alguna de las historias sobre los bombardeos que vivió?

– Me dio algunos detalles. Fascinante. Parece que era todo un personaje. Participó en alguna de las misiones del escuadrón Dambusters. Un hombre extraordinario.

– El padre de Sandy es un hombre extraordinario -confirmó Grace-. Es un fantasioso. No estuvo nunca en el escuadrón 617, el Dambusters. Y era mecánico de aviones, no artillero. Jamás participó en ninguna misión.

Pewe se quedó callado un segundo, parecía un poco incómodo. Grace se marchó furioso, cruzó el pasillo y fue derecho al despacho del comisario jefe. Se quedó delante de la mesa de Skerritt hasta que su jefe terminó de hablar por teléfono y luego dijo:

– Jack, tengo que hablar contigo.

Skerritt le señaló una silla.

– ¿Qué tal por Nueva York?

– Bien -contestó-. He conseguido buenas informaciones, redactaré un informe. Acabo de volver, literalmente.

– Tu equipo de la Operación Dingo parece hacer progresos. Tengo entendido que hoy tenéis prevista una operación importante.

– Sí, así es.

– ¿Vas a dejar que la inspectora Mantle la dirija o volverás a asumir el mando?

– Creo que hoy vamos a necesitar a todo el mundo -dijo Grace-. Dependiendo de cómo se desarrollen los acontecimientos, veremos a quién más involucramos.

Skerritt asintió con la cabeza.

– Bueno, ¿de qué querías hablarme?

– Del comisario Pewe -dijo.

– No fue decisión mía traerle aquí -dijo Skerritt, y miró a Grace con complicidad.

– Lo sé. -Era consciente de que a Skerritt el hombre le caía casi tan mal como a él.

– Bueno, ¿qué problema hay?

Grace se lo contó.

Cuando acabó, Jack Skerritt meneó la cabeza con incredulidad.

– No puedo creer que haya hecho eso a tus espaldas. Una cosa es llevar una investigación abierta, a veces puede ser algo bueno. Pero no me gusta cómo se está tratando este caso. Ni pizca. ¿Cuánto tiempo hace que desapareció Sandy?

– Van a cumplirse nueve años y medio.

Skerritt se quedó pensando un momento, luego miró su reloj.

– ¿Va a la reunión informativa?

– Sí.

– Te diré lo que voy a hacer, hablaré con él ahora. Pasa a verme en cuanto salgas de la reunión.

Grace le dio las gracias y mientras se marchaba del despacho, Skerritt descolgó el teléfono.

Загрузка...