Octubre de 2007
Cassian Pewe ya estaba sentado a la mesa de reuniones del despacho de Jack Skerritt cuando Grace regresó de la reunión informativa. Los dos hombres evitaron mirarse.
El comisario jefe indicó a Grace que se sentara, luego dijo:
– Roy, Cassian me ha dicho que es consciente de que cometió un error de juicio al dar la orden de registrar tu casa. El equipo que estaba allí ha recibido instrucciones de marcharse.
Grace lanzó una mirada a Pewe. El hombre miraba fijamente la mesa, como un niño al que acaban de regañar. No parecía arrepentirse de nada.
– Me ha explicado que lo ha hecho para ayudarte -prosiguió Skerritt.
– ¿Para ayudarme?
– Dice que tiene la sensación de que corren gran cantidad de insinuaciones insanas a tus espaldas sobre la desaparición de Sandy. Es correcto, ¿verdad, Cassian?
Pewe asintió a regañadientes.
– Sí… mmm, señor.
– Dice que tenía la sensación de que si podía demostrar, al cien por cien, que tú no tuviste nada que ver con su desaparición, acabaría con esos comentarios de una vez por todas.
– Nunca he oído ninguna insinuación -dijo Grace.
– Con todo el respeto, Roy -dijo Pewe-, hay bastantes personas que creen que la investigación original fue un trabajo precipitado y que tú contribuíste a cerrarla prematuramente. Se preguntan por qué.
– ¿Puedes darme el nombre de alguna?
– No sería justo para ellas. Lo único que intento hacer es repasar las pruebas, utilizando las mejores técnicas y tecnología modernas de que disponemos, para exonerarte completamente.
Grace tuvo que morderse la lengua; aquel hombre era de una arrogancia increíble, pero ahora no era momento de comenzar una bronca. Tenía que irse dentro de unos minutos y ponerse en posición para el encuentro de Abby Dawson, que estaba programado a las diez y media.
– Jack, ¿podemos hablar de esto luego? No me satisface nada lo que ha dicho, pero tengo que irme.
– En realidad, pensaba que podría ser buena idea que Cassian te acompañara, en tu coche. Podría proporcionar una ayuda inestimable a tu equipo en la situación actual. -Se dirigió a Pewe-: ¿Es cierto, verdad, Cassian, que eres un negociador experto en secuestros?
– Sí, así es.
Grace apenas podía creer lo que acababa de oír. Que Dios ayudara al pobre rehén que tuviera a Pewe negociando por él, pensó.
– Entiendo -fue lo que dijo en realidad.
– También creo que sería bueno para él ver cómo funcionamos aquí en Sussex. Es evidente aquí y en la Met hay cosas que se hacen de forma distinta. Cassian, creo que podría ser un buen aprendizaje para ti observar cómo dirige una operación importante uno de nuestros agentes más experimentados.
Miró a Grace y el mensaje no podía ser más claro.
Pero Roy no estaba de humor para sonreír.