Octubre de 2007
– Gracias por llamar a Global Express -dijo la voz pregrabada-. Por favor, pulse cualquier tecla para continuar. Gracias. Para comprobar el estado de su entrega, por favor, pulse 1. Para solicitar la recogida de un paquete, pulse 2. Si es usted un cliente con cuenta y quiere solicitar la recogida de un paquete, pulse 3. Si es usted un cliente nuevo y quiere solicitar la recogida de un paquete, pulse 4. Para cualquier otra consulta, pulse 5.
Abby pulsó el 4.
– Para entregas dentro del Reino Unido, por favor, pulse 1. Para entregas al extranjero, pulse 2.
Pulsó el 1.
Hubo un silencio breve. Detestaba estos sistemas automáticos. Entonces oyó un par de clics seguidos de una voz de hombre joven.
– Global Express, le atiende Jonathan. ¿En qué puedo ayudarle?
Por la voz, Jonathan parecía más apto para trabajar ayudando a jovencitos a probarse pantalones en una sastrería.
– Hola, Jonathan -dijo Abby-. Tengo un envío.
– Ningún problema. ¿Tamaño carta? ¿Tamaño paquete? ¿Mayor?
– Un sobre tamaño DIN-A4 de un par de centímetros de grosor -contestó.
– Ningún problema -le aseguró Jonathan-. ¿Y adónde quiere mandarlo?
– A una dirección a las afueras de Brighton -dijo.
– Ningún problema. ¿Adónde iríamos a recogerlo?
– A Brighton -dijo Abby-. Bueno, a Kemp Town, en realidad.
– Ningún problema.
– ¿Cuándo pueden pasar a recogerlo? -preguntó.
– En su zona… un momento… Lo recogeríamos de cuatro a siete.
– ¿No puede ser antes?
– Ningún problema, pero hay un recargo.
Abby pensó deprisa. Si continuaba el mal tiempo, a las cinco ya habría oscurecido bastante. ¿Sería una ventaja o un inconveniente?
– ¿Enviarán una moto o una furgoneta? -preguntó.
– Si es de noche será una furgoneta -contestó Jonathan.
Su mente estaba corrigiendo el plan.
– ¿Es posible pedirles que no pasen antes de las cinco y media?
– ¿Que no pasen antes de las cinco y media? Déjeme ver.
Hubo unos momentos de silencio. Abby se esforzaba mucho en pensar con claridad. Había muchas variables. Se oyó un clic y Jonathan volvió con ella.
– Ningún problema.