Capítulo 102

La gata observó al hombre que se lavaba la cara. Éste cogió un trapo y lo empapó en agua; luego se lavó la pierna.

Cuando hubo hecho esto cogió un pedazo de ropa y lo rasgó en tiras.

La gata se puso tensa, arqueando el lomo. Debajo de ella, una carnada de gatitos ciegos buscaba a tientas la cálida leche.

El hombre se ató el trozo de tela en torno de su pierna. La gata podía oler su sangre.

Cuando el hombre se levantó, hizo una mueca de dolor, pero no emitió ningún sonido.

Permaneció en silencio, inmóvil, observando la ventana.

Observando cómo rompía el alba.

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