Capítulo 72

Vosper se encontraba de pie, rígido delante de la mesa del Stadtmeister, y repetía lo que acababa de decir:

– El sirviente del pachá, señor. Son sus mismas palabras.

El Stadtmeister extendió sus papeles sobre la mesa, en un gesto de desesperación.

– ¡No tengo nada sobre esto! ¡Nada! ¿Y me dice usted que llevaba un turbante? ¡Dios mío!

– Lo siento, señor.

– ¿Lo siente? Ja, ja, todos lo sentimos, Vosper. ¿Qué vamos a hacer? ¿Mañana, dice usted?

– Eso fue lo que me dijo, señor.

– ¿Dijo cuántos? ¿Algún nombre?

– Yo… no lo creo, señor. Él pensaba que yo lo sabía todo al respecto. Y yo supuse que usted había sido informado.

– Der Teufel! ¡Trabajo con idiotas! -El Stadtmeister empezó a abrir cajones, sacando hojas del amarillo papel imperial, todas gofradas con el águila bicéfala del regimiento de infantería-. Vuelva, Vosper, y encuentre a ese hombre, ese sirviente del pachá, y tráigamelo de inmediato. Sea discreto, naturalmente. Le dirá usted que el Stadtmeister desea echar un vistazo a algunos artículos del programa de la recepción, y que le encantaría discutirlos esta tarde.

Vosper entrechocó sus talones.

– Si es que puedo encontrarlo, señor.

– ¿Encontrarlo? ¡Pues claro que debe encontrarlo! ¿No se aloja en el antiguo apartamento del americano?

– Sí, señor. Estaba justamente trasladándose a él.

– Entonces ahí lo tiene. Y, Vosper -el Stadtmeister masticó su bigote-, envíeme a Brunelli inmediatamente.

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