Yashim regresó a su apartamento. Elvan ya había traído de vuelta el guiso del panadero.
Peló y cortó los pepinos. Los saló, aplastó dos dientes de ajo, los cortó en trozos muy finos, y los puso en un cuenco con un poco de yogur. Al cabo de un rato exprimió el agua de los pepinos y los mezcló con el yogur.
Luego se lavó las manos y se sentó en silencio en su diván, contemplando los tejados de las casas de Estambul.