El nombre. Ha llegado el momento. Ha venido en busca del último nombre.
El hombre se estremeció bajo el sol.
Iba a terminar. Darían su paseíto nuevamente, por última vez.
El asesino a unos pasos detrás de él, como una novia respetuosa.
O como un cazador, acechando a su presa.
Su último paseo.
El último nombre.
La última muerte.
El hombre dejó escapar aire por sus labios, y se dijo a sí mismo que pensara en el pago. Le habían prometido… bastante. Como venecianos que eran, le habían sopesado, valorado y juzgado, como si supieran su precio.
El miedo a la muerte, y la esperanza de oro.
Se secó la boca con el dorso de la mano y empezó a caminar.