Capítulo 20

El inspector Figueiras se sobresaltó cuando uno de sus hombres entró sin llamar en su despacho y lo zarandeó.

– Inspector, inspector… ¡Despierte!

Antonio Figueiras se había quedado traspuesto, estirado en su sillón, esperando que pasaran pronto las cinco o seis horas que quedaban para poder hacer las llamadas que tenía previstas. No tuvo esa suerte.

– ¿Qué sucede?

– El comisario general lleva un buen rato tratando de localizarlo en su teléfono móvil, y usted no responde. -El policía parecía nervioso-. Dice que es urgente.

– ¡Maldita sea! -gruñó-. Pero ¿qué hora es?

– Las tres y media.

– ¿De la madrugada?

Figueiras echó un vistazo incrédulo a través de su ventana. Afuera la noche era aún oscura y seguía lloviendo con ímpetu. Molesto, fue hasta su gabardina en busca del teléfono móvil y recordó que lo había apagado. Despidió al agente de mala manera, tecleó el código de acceso a su terminal y marcó el número del comisario. Lo recibió con un tono mucho más despierto que el suyo. Y crispado.

– ¿Dónde diablos se ha metido, Figueiras?

– Lo siento, comisario. La batería de mi móvil se descargó… -mintió.

– ¡Déjese de historias! Tengo noticias de su caso, inspector.

– ¿De lo de la catedral?

– Exacto. Hace media hora recibí una llamada de nuestra embajada en Washington. Les pedí que solicitaran por cauces diplomáticos más información sobre el espía norteamericano casado con nuestra paisana.

– ¿Y…?

– No se lo va a creer, Figueiras: Martin Faber ha sido secuestrado por un grupo independentista turco, terroristas del PKK, en el extremo noreste del país. La Agencia Nacional de Seguridad americana ha puesto en marcha una operación de búsqueda y rescate internacional.

– ¿Secuestrado? ¿Está usted seguro?

– Completamente. Los del PKK son un hatajo de radicales de izquierdas que llevan años desestabilizando la zona kurda de Turquía. ¿Es que no lee usted los periódicos?

Figueiras torció el gesto. Su jefe prosiguió:

– Lo del tiroteo no ha sido un incidente aislado. ¿No lo entiende? Seguramente alguien está interesado en secuestrar también a su testigo. Debería proteger a Julia Álvarez. Ya.

– Enseguida, comisario.

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