Capítulo 72

Me puse a temblar como una mocosa.

No bien habíamos acabado con la pesadilla de la explosión en Santa María a Nova, dos disparos sonaron a unos metros de nosotros. Los reconocí enseguida: detonaciones secas, fuertes, que precedieron al desplome de un tipo vestido con ropas oscuras, oculto tras un furgón.

– Anvrep kragoj! -gritó Waasfi a mis espaldas.

– ¡Tirador! -tradujo Dujok alarmado-. ¡Al suelo!

Pero, para mi sorpresa, no se referían al motorista que estaba en pie en medio de la calle, con un arma corta humeándole en las manos. No. Lo que les asustó de veras fue el tipo que éste acababa de abatir.

– ¡Póngase a cubierto! ¡Rápido! -me urgió Dujok.

Tiritando, me acurruqué detrás de un coche azul.

– ¿Q… qué… pasa ahora? -balbuceé.

Fue el sheikh armenio quien, enfadado y fuera de sí, aferrado a su temible subfusil, escupió:

– ¡No lo sé, señora! ¡No-lo-sé!

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