Capítulo 78

– ¿Ya?

La conversación telefónica de Ellen Watson fue tan breve, tan aséptica, que pensé que no había logrado comunicarse con su interlocutor. Supongo que se me hacía extraño que una jovencita como aquélla pudiera marcar un número y hablar con el hombre más poderoso del planeta.

– ¿Y bien? -la abordó Dujok impaciente-. ¿Qué ha dicho?

Los ojos aguamarina de Ellen se oscurecieron.

– El presidente se ocupará personalmente de que el USS Texas no nos moleste.

– ¿Eso es todo?

– Me preguntó hacia dónde nos dirigíamos y si pensábamos hacerlo en helicóptero.

– ¿Y qué le ha respondido? -insistió.

– Que nuestro objetivo está cerca de Turquía, en el lugar donde se ha detectado la señal de la última adamanta, y que no tenía ni la más remota idea de cómo llegaríamos a la zona. ¿Lo sabe usted?

La sombra de la soberbia iluminó el rostro del armenio.

– Este aparato tiene una autonomía de vuelo de once horas -nos anunció-. Puede alcanzar una velocidad de seiscientos kilómetros por hora, así que nos bastarán siete u ocho para llegar a destino sin tener que hacer ninguna escala. ¿Podría ocuparse usted de que nos autoricen un plan de vuelo?

– Desde luego. ¿Necesita las coordenadas de la «emisión X» que hemos triangulado en Washington?

– No será necesario -sonrió algo más tranquilo, palmeando el ordenador en el que habíamos visto el «eco» de mi adamanta-. La señal que nos han dado las nuestras procede de uno de sus satélites. Nos fiamos de ustedes.

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