La luz del sol se deslizaba a través del diván a medida que avanzaba la tarde.
Yashim se separó de ella una vez. De su deseo. Ella mostró comprensión. Suavemente lo atrajo otra vez hacia ella con grititos como un pájaro. Puso sus dedos sobre sus labios.
– Max nunca me besó así -dijo ella finalmente.
La dejó leyendo a Gillius; era lo mínimo que podía hacer.
– Recuerde, Gillius escribió sobre un mundo desaparecido. Quizás algo en esto provocará un recuerdo.
Captó una última ojeada de la mujer sobre el diván: su cabello bajo el sol, un dedo sobre su mejilla y la curva de su cadera como una ola que podría ahogarlo.