Susanna ha elegido un restaurante étnico. Ella, Cristina, Davide y Mattia están sentados a una mesa de Sawasdee, el restaurante tailandés próximo a la piazza Bologna. El ambiente es refinado y elegante.
– Entonces, ¿os gusta? Espero que la cocina tailandesa os inspire… ¡Hay quienes aseguran que es afrodisíaca! -sonríe Susanna-. Además, aquí cocinan muy bien. Viene a comer incluso el personal de la embajada. El curry rojo con pollo y bambú está muy bueno, se llama Kaang nar Mai, el cerdo frito en salsa agridulce, el buey al curry. Yo sólo he venido una vez…
Cristina mira alrededor. Hay que reconocer que el local es bonito.
– La verdad es que tenías razón, Davide.
Él se vuelve y mira a Mattia.
– ¿Qué quieres decir?
– Que valía la pena… ¡Nuestras dos invitadas son fascinantes! -sonríe mirando a Cristina, que se ruboriza.
Mattia es muy atractivo: musculoso, moreno y con los ojos claros. Sus modales son refinados pero masculinos. Le ha impresionado a primera vista.
– Ya te lo dije, soy un tipo exigente y estaba seguro de que Susanna tendría amigas al menos tan guapas y simpáticas como ella.
Davide llena las copas y brindan. La velada transcurre serena, divertida, amena y llena de novedades. Cristina vuelve a sentirse mujer admirada y viva. Y eso, por una parte, la asusta. Aunque por otra no.