Gracias a Stefano, el Loco, que me aconsejó magníficamente bien.
Y por el día en que me hizo compañía en esa playa llena de olas.
Gracias a Michele por su paciencia y su tranquilidad. Me acompañó al faro con Federica y, después…, ¡se casó con ella!
Gracias a Matteo. Al final resultó ser cierto: ¡vive realmente en Nueva York! Me ayudó a descubrir un montón de sitios, me invitó a comer en un local fantástico y me regaló una maravillosa velada de jazz.
Gracias a Giulio, que vino a verme al plató e incluso se divirtió.
Y yo con él.
Gracias a Paolo. El entusiasmo que demostró en México me impresionó mucho.
Gracias a Robería, a Paola, a Stefano, a Andrea y a Caterina. También a Maria. Han sido magníficos, rapidísimos, increíbles. Me atrevería a decir que «desconcertantes». ¡Esta última palabra, sin embargo, me la querían corregir!
Gracias a Annamaria, a todo el departamento de Prensa y a Federica, que, haciendo gala de una gran paciencia, más que seguirme…, me persigue.
Gracias a Rosella, cuyo increíble entusiasmo consigue arrastrarme.
Gracias a Ked por sus notas siempre atentas y alegres. ¡Y también por todo lo demás!
Gracias a Francesca, que me sigue desde lejos, pero en todo momento con la misma atención, ¡a pesar de que ahora tiene una moto nueva!
Gracias a Chiara y a Luca, unos compañeros fantásticos en este nuevo viaje en la tranquilidad de Torre in Pietra.
Gracias a Loreta y a Romano por su precioso regalo.
Gracias a Giulia por nuestro maravilloso viaje a Nueva York. Mucho de lo que sucede en el libro, pero sobre todo en mi vida, se lo debo a ella.
Gracias a la tía Annamaria por la cantidad de dudas que me resuelve siempre, y al tío Pietro, al que, simplemente, echo de menos.
Gracias a Vale y a Fabi…, ¡que han sido las primeras en casarse!
Y, por último, un agradecimiento lleno de amor a Luce y a mi amigo Giuseppe. Jamás habría sabido contar un matrimonio tan hermoso.