Un poco más tarde, en el salón grande, bajo la gigantesca araña con más de doscientas velas, todos han tomado asiento.
– Pero ¿la cera de esas velas no chorrea?
– ¡Mateo! -Niki le dirige una sonrisa falsa-. ¡Ojalá! Me gustaría ver caer un alud capaz de taparte la boca.
La cena da comienzo y dos camareros vestidos de manera impecable sirven los entrantes.
– Hemos comprado un poco de jamón serrano; es magnífico, un pata negra, queríamos que lo probaran.
Después llegan los primeros platos.
– He dedicado toda la mañana a cocinar esta salsa de liebre con mis propias manos…
– Luigi cocina de maravilla, yo, en cambio, soy una nulidad. Si él se casó conmigo por amor, yo lo hice por el paladar… Siguen unos segundos excelentes.
– Hay pato y jabalí… No sabíamos si preferían la caza terrestre… o las aves voladoras.
Matteo mira a Celeste y se echa a reír, pero ella capta la ocurrencia al vuelo y le saca la lengua.
– ¡Celeste! -su madre la reprende de inmediato-. No seas maleducada.
– Pero él me estaba tomando el pelo.
– No…, sólo pretende ser simpático.
La cena prosigue regada con los mejores vinos tintos, un Morellino di Scansano, más ligero, y un Prunotto del Brodo, para la carne más apreciada, acompañada de unas magníficas guarniciones, además de patatas al horno y fritas, doradas y todavía calientes. Matteo no puede resistirse y coge una con la mano, pero al notar el pellizco de Niki bajo la mesa, vuelve a dejarla en su sitio.
– ¡Aya!
– Se dice «ay»…
– En lugar de corregirme siempre, ¿no sería mejor que dejaras de pegarme?
– No, así aprendes a hablar… ¡Y también a comportarte en la mesa!
Poco después llega un delicioso carrito rebosante de dulces: pariría cotta, crema catalana, crema pastelera, varios tipos de tartas, confituras y mermeladas para todos los gustos… No faltan tampoco los cantucci y el vino de postre.
– Una costumbre muy toscana…
Las hermanas de Alex se echan a reír y se llenan el plato.
– Nosotras no tenemos que adelgazar…, ya estamos casadas…
– Que sepáis que lo ideal es que después de diez años todavía podáis poneros el vestido de novia…
Gregorio es el consabido aguafiestas.
– Yo ni siquiera sé dónde está…
Margherita tiene más clase.
– Aparte de que aún me faltan dos años y, por tanto, todavía tengo tiempo de adelgazar; y, además, ése es un momento mágico… Mira las fotos de todos los que se han casado: ninguno está igual de delgado que el día de la boda…
– ¡Y si lo está es porque se ha divorciado! -puntualiza Davide.
Riéndose y bromeando, se dirigen hacia la sala.
– ¿Os apetece una copa de oporto? ¿Ron? ¿Grapa? ¿Un digestivo? ¿Queréis un amaretto? Lo producimos nosotros, lo hacemos en nuestros campos…
– Mmm, qué rico. Yo lo probaré con mucho gusto…
Y mientras Alex sirve algo de beber a sus cuñados y al resto de los invitados, Niki nota que el móvil le vibra en el bolsillo. Lo abre y lee el mensaje procurando que no la vean. Pero ¿quién me escribirá a estas horas? Será una de las Olas. En cambio, se lleva una buena sorpresa:
«Estoy en el concierto, sólo faltas tú. Es tan fantástico que quizá no habríamos discutido o, en caso de haberlo hecho, nos habríamos reconciliado en seguida. Un beso. Guido.»
¿Guido? Niki se ruboriza. ¿Cómo habrá conseguido mi número? Yo no se lo he dado. No pueden haber sido las Olas… ¿Están locas? Quizá haya sido Barbara o Sara. Luego recuerda aquellas sonrisas, aquella noche en la Facultad de Filología, aquellas miradas que los demás notaron. Giulia. Seguro que ha sido Giulia.
– ¿Quién era? -Alex pasa por su lado en ese preciso momento y a Niki le da un vuelco el corazón.
– Oh… Se están divirtiendo un montón, están en el concierto de la facultad… -y a continuación añade algo que jamás habría imaginado-: Era Olly.
– Ah… -Alex sonríe y se dirige hacia Roberto para servirle una copa de ron.
Olly. Era Olly. ¿Por qué lo he hecho? ¿Por qué le he mentido? Tendría que haberle dado muchas explicaciones, habría sido demasiado largo, y además ahora, con toda esta gente alrededor… No era el momento. Sí, es sólo por eso. Vuelve a su sitio tranquila. Sí, ha sido sólo por eso. Ahora está completamente convencida y, para estar aún más segura, apaga el móvil.