Ciento treinta y dos

Una preciosa caja envuelta de amarillo y naranja descansa sobre la mesita de cristal de la sala. Al lado, dos vasos de naranjada y dos pedazos de tarta de chocolate y coco. Diletta mira a Filippo sonriendo.

– Pero ¿por qué?

– ¿Cómo que por qué? ¡Porque te lo mereces!

Diletta mira entonces el paquete.

– ¡Pero si no es nuestro aniversario, ni tampoco mi cumpleaños!

– ¡No, pero es una fiesta!… ¡Confía en mí!

Diletta coge la caja. La observa, la voltea y la sacude para adivinar lo que hay dentro.

– No hace ruido…

Filippo no le contesta y sonríe.

– ¡Venga, ábrela!

Se ve a la legua que Diletta no lo resiste más. Finalmente lo complace y empieza a desenvolver la caja poco a poco procurando no arrancar el papel. Nunca le ha gustado romperlo. Lentamente va apareciendo el contenido. Diletta apenas puede creer lo que ve. Después repara en la tarjeta. La coge y la lee.

– No me lo puedo creer… -Se vuelve, lo mira y se abalanza sobre él loca de felicidad. Lo cubre de besos, lo abraza y se ríe conmovida.

Filippo se deja hacer y se ríe también, sorprendido y satisfecho de esa explosión de alegría. Porque es más que un regalo. Es una promesa, una elección, una toma de conciencia y un viaje juntos rumbo a numerosas y diferentes sorpresas. Es un salto al vacío, pero con un paracaídas capaz de protegerlos a los dos. Diletta se levanta y coge la mano de Filippo. Lo mira dulcemente.

– Ven…, ven conmigo…

Lo lleva a su habitación, cierra la puerta y lo hace acomodarse en la cama. Empieza a besarlo. Se sienten muy próximos, más unidos que nunca, en cierto modo adultos y conscientes, todavía temerosos pero preparados. Finalmente preparados.

En la sala, en el sofá, rodeada del papel sin romper y del gran lazo que lo envolvía, hay una caja abierta con un buzo de bebé tierno a más no poder. Es de color amarillo pálido y tiene unos ositos bordados encima. Además, la tarjeta dice: «Amarillo como el sol que ilumina tu mundo, amarillo como una flor que brilla a mediodía, amarillo como tu pelo, rubio como el oro, amarillo como un sueño que se hará realidad. Poco importa que sea niño o niña: será tan maravilloso como tú…»

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