Ciento cuarenta y seis

Alex apura su ron. La canción que suena en ese momento es preciosa. The Look of Love, de Nina Simone. La escucha mirando ensimismado el vaso vacío y a continuación las fotografías de esa chica tan hermosa y atractiva, tan sensual, tan divertida, tan solícita y tan fascinante. De repente todo le parece fácil y claro, fuera ya de toda duda.

De manera que se levanta del sofá. Raffaella ha terminado de preparar su sorpresa.

– Ya estoy aquí, Alex…

Pero apenas le da tiempo a oír cómo se cierra la puerta de entrada. Se detiene en medio del salón. Lástima. Le habría encantado que viera ese conjunto de lencería azul de La Perla que compró ex profeso para él, para que se lo quitara y la amara sin hacerle demasiadas preguntas, sin hipotecas sobre el futuro, sin demasiados porqués. Lástima. Raffaella corre el pestillo de la puerta y atraviesa el pasillo con sus tacones altos, luciendo sus esbeltas piernas y sus nalgas perfectas.

La repentina determinación de Alex tiene un motivo muy sencillo. Llama a un taxi, lo espera en la calle, lo ve llegar y se sube a él.

– Quiero dar un paseo…, por unos cincuenta euros, después lléveme a via Ripetta.

El taxista se pone en marcha.

– Eh, esa frase la he oído ya… Era una escena de Michael Clayton, ¿verdad, señor? Esa película me gustó un montón, era realmente buena.

Alex se arrellana en el asiento. No tiene ganas de hablar con nadie. Ahora lo ve todo más claro. Ama, totalmente y sin ninguna clase

de dudas, a Niki. Y su vida jamás podrá colmarse sin ella, cualquier éxito, cualquier riqueza o propiedad no le impedirá echarla de menos A todo le faltará siempre esa pequeña pieza que ella representa en todas las cosas. Alex mira por la ventanilla. La noche. La ciudad. Los coches. Los semáforos. Las tiendas cerradas. La gente que sale de los locales. Ahora sé lo más hermoso. No quería casarme con ella porque ya soy mayor, o porque ella es una chica guapa y decente, honesta y sincera, que no te engaña y que, en cualquier caso, nunca te decepciona. Quería casarme con ella porque, haga lo que haga, siempre será Niki, y eso me basta. Ésta es la prueba de amor más grande, es la primera vez que logro comprenderlo y que descubro que puedo sentirlo. Sí. Sin la menor duda. Niki y ya está.

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