Llaman a la puerta. Olly va a abrir y entra Erica con una bandeja de pizzettas.
– ¡Aquí estoy! ¡La doctora Erica a su servicio! -Pasa junto a su amiga y se dirige a la cocina. Abre la nevera, coge dos Coca-Colas y dos vasos, y a continuación regresa junto a Olly y le tira de un brazo.
– Pero ¿qué haces?
– ¿Cómo que qué hago? Cuando hemos hablado por teléfono me has parecido muy triste, y he decidido que necesitabas a alguien que te levantara la moral…
La obliga a sentarse en el sofá y lleva hasta allí la bandeja con las pizzettas, los vasos y la botella de Coca-Cola. Después se sienta a su lado. Olly la mira risueña. Es una amiga de verdad. Empiezan a bromear y a parlotear.
– ¿Sabes que a mi amiga Ilenia la han aceptado para un programa de televisión, en el cuerpo de baile? Es una cadena local, pero aun así ella está encantada. Un cabaret con cómicos romanos.
Olly se vuelve hacia ella.
– ¿Ilenia?
– Sí, ¿te acuerdas de ella? La invité también a la fiesta de Niki.
Olly coge una pizza.
– La recuerdo, la recuerdo…
– Es muy simpática, y vale mucho. Su padre murió hace poco y ella se ocupa ahora de su madre. Además, estudia y baila, y ahora ganará también algo de dinero. Lleva toda la vida enamorada de su novio, ¿sabes? Una de esas relaciones eternas que cuesta creer que puedan durar tanto y, sin embargo, se adoran después de todos estos años. Yo jamás viviré algo así…
Olly acaba su pizzetta y coge otra.
– Así que tiene novio…
– Sí…, y está enamorada, que es lo más importante.
Olly da buena cuenta de la segunda pizzetta. Se sirve un poco de Coca-Cola en el vaso y da un sorbo. Erica se levanta y enciende el equipo de música. Pone una canción y empieza a bailar en medio de la sala.
– ¡Venga, Olly, acércate! ¡Terapia para el cuerpo! ¡Vamos, no te hagas de rogar! -insiste sin dejar de balancearse.
Olly permanece pensativa en el sofá, y entiende hasta qué punto son estúpidos sus celos. Piensa en cómo se comportó aquella noche, en la fiesta, cuando poco menos que ignoró a Ilenia. Y en cómo trató después a Giampi, acusándolo de nada. Qué imbécil. Me dejé engañar por mis temores. Dejé que la superficialidad me venciese. Yo, que siempre estoy lista para aconsejar a los demás, para criticar a los que son demasiado celosos, justo yo me caí con todo el equipo. Mira a Erica mientras su amiga baila ligera, despreocupada y alegre. Se levanta y se une a ella. Se deja llevar por la música, por las palabras de Tiziano Ferro y, después, al azar, por R.E.M, Coldplay, The Fray, Oasis, Nelly Furtado… La radio no sigue un orden preciso. Como los pensamientos de Olly.