Ochenta y siete

Una serie de vestidos preciosos están expuestos sobre los maniquís que hay colocados en varios puntos de las estancias. Faldas largas, ajustadas o amplias, corpiños magníficamente bordados, toreras de encaje, velos, sombreros y mantillas. El taller de costura está muy bien decorado, lleno de cuadros, de espejos y de sofás para que los clientes puedan asistir sentados a las largas pruebas que, por lo general, acompañan la elección de un vestido tan importante. La dueña recibe a las chicas y, poco a poco, empieza a mostrarle a Niki algunos vestidos.

Mientras tanto, Diletta, Erica y Olly ríen y bromean. Han empezado ya en el coche, cantando una canción a coro, burlándose de un transeúnte y acribillando a preguntas a Niki sobre los preparativos. Y Niki les ha contestado un poco de mala gana intentando, en cambio, concentrarse en sus amigas y en sus bromas.

Olly y Erica tocan algunos vestidos que están colgados de unas perchas en un carrito. Cogen uno y se lo apoyan contra el pecho para ver cómo les sienta. Pasa una dependienta y las ve.

– Disculpen, señoritas, pero esos vestidos cuestan varios miles de euros… Tengan cuidado -y las mira con severidad antes de alejarse.

Olly la imita en voz baja y Erica se echa a reír. Niki pone cara de apuro al verlas.

– Venga, chicas…

Olly y Erica se miran sorprendidas.

– Venga Niki, pero si no hemos hecho nada.

– Sí, lo sé, pero aquí… -Sigue a la dueña del taller de costura, que se dirige hacia la otra estancia.

Erica mira a Olly.

– ¿Qué le pasa? ¿Se ha vuelto loca?

– No lo sé, ¿has visto que ya en el coche no quería hablar de la boda?

– Y lo entiendo, pero no sirve de nada ponerse así…

Diletta se acerca a ellas.

– Venga, chicas…, está nerviosa, sí. Yo también me he dado cuenta. Debemos apoyarla.

– Sí, pero, en fin…, ¡un poco de relax!

Erica llama a Olly.

– Mira qué chal tan bonito -lo coge. En ese momento Niki pasa de nuevo por su lado.

– Pero, bueno, ¿queréis dejar de tocarlo todo?

Olly pierde los estribos.

– Oye, Niki, ya basta. Hace días que has desaparecido, que no das señales de vida, no respondes al móvil, no nos haces partícipes de nada…, ¿y ahora pretendes que estemos aquí como si fuéramos unas estatuas? Hace apenas unos meses tú habrías sido la primera en bromear en una tienda como ésta.

– ¿Y eso qué tiene que ver? Sólo he dicho que quizá deberíamos comportarnos un poco mejor: no nos conocen y ya veis de qué sitio se trata…

– Ah, sí. Es verdad. Desde ahora mismo empezaré a portarme bien.,

Olly sale a paso ligero del taller de costura. Erica pasa junto a Niki, la mira un momento a los ojos y después sigue a Olly. Diletta, que ha contemplado la escena, intenta detenerlas.

– Venga, chicas… -Luego se vuelve hacia Niki-: Anda que tú también…

– ¿Se puede saber qué he hecho? -pregunta, sabiendo de antemano la respuesta.

Diletta la mira con dureza.

– Niki, la verdad es que no sé lo que te está pasando, pero cuando estés dispuesta a decírnoslo, ya sabes dónde encontrarnos -le espeta antes de abandonar a su vez la estancia.

Niki se queda sola en el centro de la sala. Echa un vistazo alrededor. Observa los vestidos, los maniquís y los cuadros. Acto seguido se vuelve hacia la puerta de entrada. Se han marchado. Me han dejado aquí sola. Pero ¿por qué se han enfadado de esa forma? Olly y Erica sólo estaban bromeando. Antes yo habría hecho lo mismo…

– Por favor, señorita, venga por aquí. He ordenado que le preparen algunos vestidos para que se los pueda probar, tal y como me ha pedido… Pero ¿y sus amigas? ¿Dónde están?

Niki se queda pensativa por un momento y acto seguido coge la cazadora y el bolso, que había dejado en una silla.

– Perdone, pero ¿qué ocurre?

– Nada. Acabo de acordarme de que tengo un compromiso. No puedo quedarme. Gracias y disculpe las molestias. -Se marcha dejando a la encargada estupefacta.

Nada más salir Niki, la mujer sacude la cabeza. Estas jóvenes de hoy. Quieren casarse a los veinte años y luego ni siquiera saben asumir la responsabilidad de elegir un vestido y de respetar el trabajo de los demás. ¿Qué se habrá creído? ¿Que me dedico a seleccionar vestidos que me parecen adecuados para ella porque la cosa me divierte? Es mi trabajo. Todavía nerviosa, vuelve a la otra sala para ordenarlo todo.

Niki da algunos pasos por la acera antes de detenerse. Tiene los ojos empañados. Está enfadada. Con las Olas, que se han marchado, que no han entendido el momento de dificultad y de fragilidad por el que está pasando. Con las hermanas de Alex, a las que no puede quitarse de encima. Pero, sobre todo, consigo misma. Aunque no acaba de entender del todo la razón. Mira alrededor y, de repente, se siente perdida.

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