Sesenta y nueve

El móvil de Cristina suena. Tras enrollarse una toalla alrededor de la cabeza, se precipita hacia la sala, donde lo ha dejado.

– ¡Dígame!

– Hola, ¿dónde estabas?

– Hola, Susanna, estaba en la ducha, pero había terminado ya. Me ha dado tiempo a contestar.

– ¡Menos mal! Oye, quería hacerte una propuesta… Esta noche es San Valentín.

Cristina se frota el pelo, que gotea sobre la alfombra.

– Lo sé.

– La verdad es que las dos rompimos poco antes de la fiesta, ¿eh?

– Sí…, por lo visto no tenemos nada que celebrar.

– Eso lo dices tú, tesoro. Te estoy llamando por eso mismo. ¡Salgamos juntas las dos, venga! Vayamos a cenar a alguna parte y relajémonos; Le dejaré los niños a mi madre.

– Sí, genial… Menuda diversión, ver a todas esas parejas pasándoselo en grande. Además, estaba a punto de cenar, de ponerme el pijama y ver una película.

– Menudo plan. Venga, ¿lo celebramos como solteras o no?

– ¡Pero si mañana es San Faustino, el patrón!

– Bueno, lo peor que nos puede pasar es que crean que somos pareja. ¡Como nos ha ido mal con los hombres, ahora nos dedicamos a las mujeres!

Cristina esboza una sonrisa. Hay que reconocer que Susanna es fuerte.

– Pero estará ya todo reservado, seguro…

– ¡Y qué más da! Salgamos sin rumbo fijo, empecemos con un aperitivo. Venga, dentro de una hora paso por tu casa. Y ponte guapa ¿eh? No quiero verte en chándal o desaliñada, sino vestida con lo mejor que tienes y bien maquillada. -Cuelga sin darle tiempo a contestar.

Cristina mira el móvil y sacude la cabeza. Luego se encamina hacia su dormitorio y abre el armario. Echa un vistazo a los vestidos. Elige dos o tres. Se percata de que hace mucho que no se los pone. A Flavio le gustaba el negro. Cristina se lo apoya encima del cuerpo y se mira al espejo. Acto seguido lo suelta y coge otro de color lila con unas diminutas flores blancas y los puños un poco fruncidos. Un poco más alegre. Con las botas beis debajo quedará muy bien. Acaba de secarse. Se viste y después se pone un poco de rimel, sombra de ojos lila y brillo de labios. Ya está. Se mira en el espejo. Sí, esta noche quiero relajarme como sea.

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