Ochenta y ocho

Algunos días más tarde.

– Mamá, ¿de verdad no puedes venir con nosotros?

– Cariño, debo ir a una reunión con los profesores de tu hermano… Y, por si fuera poco, haría falta un milagro para salvarnos de esa situación. No sé qué decirte… Ve, pero no debes decidirlo todo en seguida… Elige los lugares que prefieras, quizá podrías sacar algunas fotos o coger unos folletos, y después hablamos.

Justo en ese momento suena el interfono. Cuando Niki responde oye la voz chillona de Claudia.

– ¿Está Niki? ¿Puede bajar? ¡Somos las hermanas de Alex!

– Soy yo, bajo en seguida. -Cuelga el auricular y mira desconsolada a su madre-. Pero ¿por qué no le he dicho que no?

Simona sale en su ayuda esbozando una sonrisa.

– Cariño… Quizá te sirva para evitar los errores que cometieron ellas, las triquiñuelas con las que pueden engañarte en esos sitios, que, por otra parte, ¡son preciosos!

– Sí, mamá, tienes razón.

Simona parece más serena.

– Sólo hay un problema…, ¡eso fue también lo que me dijo Alex y yo me lo tragué!

Apenas sale del portal, Niki oye sonar un claxon. Se vuelve. ¡Es un Mercedes como el de Alex, sólo que éste es rosa! No me lo puedo creer. Que alguien me diga que se trata de una pesadilla y que, sobre todo, me despertaré.

– Eh…, estamos aquí-Claudia vuelve a tocar la bocina y se asoma por la ventanilla-. ¡Aquí!

Niki se aproxima a ellas y sube al coche.

– Aquí estoy, gracias…

Luego se inclina sonriente hacia ellas.

– Así, ¿todavía estáis seguras de que queréis echarme una mano? -Niki cruza los dedos debajo del asiento-. Es que a veces algunas cosas se dicen por cortesía y después uno se arrepiente…

Permanece con los dedos cruzados y con la esperanza de que una de ellas diga una frase tipo: «En efecto, estos días estamos muy ocupadas» o «Gracias, no sabes cómo me cansa volver a pensar en todas las vueltas que dimos, ¡y repetirlas de nuevo! Es aún más agotador». En cambio, Margherita se vuelve hacia ella con una sonrisa radiante en los labios.

– No, en absoluto. Sólo queremos asegurarnos de que Alex tenga todo lo que desea, y como él está siempre tan ocupado nos parece natural echarte una mano. -Luego hace ademán de volverse, pero se detiene y mira a Niki con aire de asombro-. ¿No será que esas cosas las piensas tú y no sabes cómo decírnoslo? A lo mejor te gustaría ser más independiente… Que no suponga un problema, ¿eh?

– ¡Yo! -Niki esboza una sonrisa-. Ni por asomo…

– ¡En ese caso, andando! -Claudia mete la marcha y el coche arranca a toda velocidad dejando a sus espaldas esa extraña retahíla de mentiras.

Загрузка...