Niki entra en casa echa una furia.
– Mamá, papá…, ¿dónde estáis?
– ¡Oh! -Una voz amiga procedente de la otra habitación-. Aquí, en la sala.
– Ah, ahora os veo.
Están sentados en el sofá delante de la televisión.
– Estamos viendo «L'eredità». Cario Conti es muy bueno. Y además nos gusta mucho la guillotina…
– ¿Qué es?
– Un juego en el que salen cinco palabras y tienes que encontrar la que está debajo de la carta que, de alguna forma, está relacionada con todas las demás.
Simona deja de ver la televisión.
– ¿Querías decirnos algo?
Niki se pone seria y cambia por completo de expresión.
– Este fin de semana los padres de Alex nos han invitado a la casa que tienen en el campo, así podréis conoceros…
Roberto bebe un poco de agua.
– Ah… Yo creí que lo pensaríais un poco más…
– ¿Qué quieres decir?
– Pues que… que ya no te casabas.
– Pero, papá, ¿por quién me tomas? Perdona, pero es una decisión muy importante…, ¡y crees que me la tomo a la ligera! -Se marcha enojada.
Justo en ese momento entra en la sala Matteo, el hermano pequeño de Niki.
– ¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? ¿Niki ya no se casa?
Simona da unas palmadas en el sofá.
– ¡De tal padre, tal hijo! Los dos sois un desastre…
Roberto grita desde la sala:
– ¡Niki, perdóname! No pretendía hacerte enfadar… Al contrario… Quiero que sepas que nosotros te damos toda la libertad…
Niki vuelve a entrar.
– ¡De elección! ¿Lo entiendes, hija mía?
Roberto se pone de pie, la abraza y le da un beso.
– Sólo quiero que estés tranquila, cariño.
– Pero si yo estoy tranquila.
– En ese caso, aún más, es decir, nosotros estaremos siempre contigo, decidas lo que decidas. Incluso si sales corriendo cuando ya estás cerca del altar, como en esa película…, ¿cómo se titulaba?
Simona y Niki le responden a coro:
– ¡Novia a la fuga!
– Eso es… Yo, mejor dicho, nosotros te comprenderemos… Incluso en el último momento… -Sonríe mirando a Simona-. Bueno, en fin, que si alguna vez dudas, vacilas, no acabas de verlo claro, sería estupendo que nos lo comentases antes de que nos pongamos a organizar la boda… -Roberto insiste-: No, ¿qué digo?, en el último momento, incluso.
Simona le sonríe con dulzura.
– Imagino que sabes que corresponde a la novia y, por tanto, a sus padres, pagar el banquete… -Guiña un ojo a Niki sin dejar de sonreír-. Quizá unos cuatrocientos…
Niki se encoge de hombros, indecisa.
– Sí, quizá… Más o menos, no sé.
Simona mira de nuevo a Roberto.
– Bueno… -él vuelve a mostrarse risueño y complaciente-, la novia debe sentirse libre de tomar siempre cualquier decisión, aunque sea en el último… Claro que si es antes… ¡evitarías que nos arruinásemos inútilmente!
– ¡Papá…! -Niki hace un amago de volver a su habitación.
– Pero, Niki -Roberto corre detrás de ella-, sólo estaba bromeando…
– Pues tus bromas me parecen espantosas -Niki regresa al salón con él-. ¡Eres cheap!
– ¿Chip?
Matteo interviene:
– Papá… Pero ¿en qué mundo vives? Quiere decir vulgar, pobretón. ¿Qué pensabas, que se refería a Chip y Chop?
– Está bien… ¡En cualquier caso, seré Chip cuando hable de dinero! O Chop, o lo que queráis. Lo único que pretendo es que mi hija decida con serenidad y no tenga miedo de cambiar de opinión.
Niki lo abraza.
– Gracias, papá, te quiero mucho… Ahora iré a mi habitación intentaré estudiar un poco… -Se aleja más tranquila y, exhalando un suspiro, enfila el pasillo camino de su dormitorio.
– Yo también me voy a mi cuarto. -Matteo se levanta del puf-. Entraré en el Messenger para hablar con mis amigos.
– Matteo…, pero…
– Mamá, llevo toda la tarde estudiando, ya lo he hecho todo para poder disfrutar ahora de un poco de libertad… -Hace un amago de salir, pero después se detiene en el umbral-. ¿Qué pasa? No me digáis que yo también tengo que ir a esa excursión.
– Sí, por supuesto que sí. ¿Acaso no formas parte de esta familia?
– Sí, pero yo tenía un partido con mis amigos. Además, ¿quién nos asegura que al final se casará con un tipo mucho mayor que ella?
– ¡Oye, no te entrometas tú también, eh!
– ¿Por qué nunca puedo expresar mi opinión, eh?
– Lo que quieras… Haz una encuesta entre tus amigos de Messenger… Verás qué porcentaje te sale.
– ¡Qué rollo! Me hacéis sentir como que no pinto nada…
Matteo sale también y Simona y Roberto se quedan a solas en la sala. Siguen mirando en silencio el programa. Cario Conti lee las cinco palabras.
– Veamos, la totalidad de los premios ascienden a ciento veinte mil euros, has elegido muy bien las palabras, que, te recuerdo, son
giro, Napoleón, lobo, anillo y pájaro. Veamos si adivinas cuál es la palabra con la que están relacionadas, tiempo…
Roberto y Simona miran fijamente la pantalla, intentando adivinar la solución al enigma.
– Debemos tener cuidado -le dice Simona a Roberto sin mirarlo siquiera-. Creo que Niki no acaba de estar convencida… En el fondo tiene miedo.
– De eso nada… Ya has visto cómo se ha enfadado, lo tiene muy claro.
Simona niega con la cabeza.
– Lo hace para convencerse a sí misma de su elección.
– ¿Tú crees?
– Estoy segura.
– Puede… Oye… -Roberto se vuelve hacia ella-. ¿El banquete no se pagaba a medias?
– No.
– ¿Nosotros también lo hicimos así?
– Sí.
– Ah… ¡Por eso la comida dejaba un poco que desear!
Simona le da un golpe.
– Imbécil… Hasta la música era la mejor. Elegí la banda de moda, pagamos una fortuna…
– Bueno, por suerte no malgastamos ese dinero.
Simona lo mira arqueando las cejas.
– De momento parece que no…
– ¿Qué quieres decir?, ¿que nuestro matrimonio también puede estar en peligro?
– ¡Claro! Eso siempre… ¡Y deja en paz a tu hija!
– Sí, ¡solitario!
– Pero ¿qué dices?
– La palabra del juego…
– Ah…
Simona vuelve a mirar las cinco palabras.
– Sí, es correcta. Solitario…
Y, más que el de la guillotina, le parece un extraño juego del destino.