Alex y Flavio salen de casa de Enrico. Flavio se ha cambiado, viste de nuevo un par de vaqueros y se está poniendo bien el suéter.
– Pobre Enrico… Lo siento mucho por él. Todavía recuerdo su boda; era el hombre más feliz del mundo. ¿Cuánto tiempo hace que se casó?
– Seis años. Ni siquiera ha llegado a la crisis del séptimo, pero aun así ha durado demasiado. Hay algunos que resisten un año, seis meses… Por no hablar de la gente del mundo del espectáculo. ¿Recuerdas esa historia de hace algunos años? Esa actriz…, ¿cómo se llamaba? Ah, sí, Claudia Pandolfi. Pues bien, los superó a todos: se casó y se separó a los setenta y cinco días…
– Sí, pero te olvidas del mito de Paul Newman, que siempre estuvo casado con la misma mujer, y ambos vivieron felices y enamorados. Es suya la famosa frase que dice: «¿Por qué debería comer una hamburguesa en cualquier sitio cuando en casa me espera un sano y delicioso filete?».
– Explícaselo a Pietro… ¡Ése se contenta incluso con un perrito caliente frío con tal de comer fuera de casa!
Flavio se detiene en el patio y abre la bolsa de deporte.
– ¿Qué haces?
– Nada… -Coge la camiseta y el albornoz, abre la bomba del agua y moja las prendas.
– Pero si están limpios…
– Precisamente, a ver quién le explica a Cristina por qué no hemos jugado…
– Chicos, sois unos paranoicos…
– La prudencia nunca está de más… Y ya sabes que incluso el más limpio…
– ¿Qué quieres decir?
– Que nuestras respectivas esposas jamás se creerán que no hemos ido a jugar para consolar a Enrico… ¡De manera que es mejor que hayamos jugado!
Alex se encamina hacia el coche. -Me he quedado de piedra.
Flavio se acerca a él sin perder un segundo.
– En ese caso, ¿puedo decirte algo, Alex? Te lo digo por experiencia: ellas no deben tener jamás la menor sombra de duda; de lo contrario, será el fin. Tienes que demostrar seguridad.
– ¿Incluso cuando ya estás casado?
– ¡Por supuesto! ¡Sobre todo entonces! ¿Te das cuenta de cómo lo has dicho? Incluso cuando ya estás casado… ¡Pero es que todo empieza ahí!
– No, escucha, lo que quería decir es que si has llegado a tomar la decisión de casarte con ella es porque has encontrado a la mujer adecuada, ella era la que buscabas. Ya no puede haber tensión entre vosotros, sino sólo armonía, complicidad, confianza… En fin, como un equipo ganador. ¡Y debería ser siempre así!
– ¡Eso es, has dicho la frase justa! -Flavio entra en su coche-. Debería ser así… Pero ¿lo es? Antes te ha llamado Niki y su móvil funcionaba. Pero ¿ahora? ¿Funcionará o lo tendrá apagado? ¿Tienes confianza en ella? ¿Estará de verdad en casa de sus amigas? ¿Y con ellas? O haces como yo, que jamás he tenido la menor duda sobre Cristina, vivo sin sentir celos y hasta creo que ella aprecia mi confianza ilimitada…, o dentro de diez minutos haces una prueba y llamas a Niki. Y no sólo para oír su voz. Eso sólo puedes saberlo tú. -Flavio sonríe ampliamente y cierra la puerta. Pone en marcha el coche y baja la ventanilla-. Sólo tú. Tú y nadie más. Confianza o celos…, ¡ése es el dilema! -y se aleja dejándolo así, solo, en medio de la calle.
Alex no ve la hora de que Flavio doble la esquina. Saca de inmediato el móvil de su bolsillo y teclea el número. Permanece por un instante en silencio, conteniendo el aliento y también los latidos de su corazón, porque teme que el teléfono de Niki esté apagado.
por fin oye la señal. «Tuuu… Tuuu…» Alex sonríe. Está libre. Encendido. ¿Y ahora? Ahora contestará…, ¿verdad?