Por la información técnica facilitada, así como por sus consejos, doy las gracias a Alessandro Pansa, jefe del Servicio Central de Operaciones de la Policía Nacional Italiana; al padre Gregory Coiro, director de relaciones públicas de la archidiócesis católica de Los Ángeles; al doctor León I. Bender; al doctor Gerald Svedlow; a Niles Bond; Marión Rosenberg; Imara; Gene Mancini, asesor en temas biológicos; al sargento del Estado Mayor Andy Brown y al sargento mayor de artillería Douglas Fraser, del Cuerpo de Marines de Estados Unidos, y al doctor Norton F. Kristy.
También quiero expresar mi gratitud a Alessandro D'Alfonso, Nicola Merchiori, Wilton Wynn y, sobre todo, a Luigi Bernabó, por la ayuda que me prestaron en Italia.
Estoy en deuda con Larry Kirshbaum y Sarah Crichton, y, como siempre, con la genialidad de Aaron Priest. Por último, dedico un agradecimiento especial a Frances Jalet Miller por sus excelentes sugerencias y su enorme paciencia al revisar el manuscrito.