Harry dobló la esquina y, apretando los dientes, volvió a cambiar de marcha y aceleró por una calle estrecha. La camioneta era vieja, el embrague y el cambio de marcha estaban gastados y apenas funcionaban. Redujo de marcha y viró al llegar a un parque. Por fin habían salido de la ciudad.
– Hábleme de mi hermano -pidió a Elena, mirándola para determinar si en realidad sabía algo.
– Tiene las piernas rotas, quemaduras en la cabeza y parte superior del cuerpo y ha sufrido una grave conmoción, pero ahora se encuentra mejor, ha comenzado a tomar alimentos sólidos y habla un poco. Tiene lagunas en la memoria, pero esto es normal. Creo que se recuperará.
¡Danny estaba vivo!
A Harry lo invadió la emoción, pero al posar los ojos sobre la carretera vio los coches parados.
– Carabinieri -dijo Elena.
Harry accionó el cambio de marchas y con un chirrido ensordecedor detuvo la camioneta a pocos metros del Lancia blanco que tenía delante.
Dos policías uniformados y armados con metralletas Uzi registraban los coches uno a uno a medida que se detenían en el puesto de control, mientras que otros dos agentes vigilaban desde el arcén.
Los agentes hicieron una señal al coche de delante para queprosiguiera su camino, y Harry metió primera. La camioneta se precipitó hacia delante y se detuvo de un frenazo después de casi atropellar a uno de los carabinieri, que se apartó de un salto gritándole que se parara.
– Dios mío.
Los carabinieri se aproximaron al vehículo, uno a cada lado.
Harry miró a Elena.
– Hábleles, diga lo que sea.
– Buon giorno. -Los carabinieri lanzaron una mirada furiosa a Harry.
– Buon giorno.
Harry sonrió y Elena comenzó a escupir palabras como una metralleta, señalando la camioneta y a Harry, dirigiéndose a los dos policías a la vez. Unos segundos después, los carabinieri se apartaron del vehículo e indicaron a Harry con la mano que siguiera adelante. Con un chirrido del cambio de marchas y una explosión del tubo de escape, Harry arrancó la camioneta envolviendo a los policías en una nube de humo negro.
Harry los miró por el espejo retrovisor y después se volvió a Elena.
– ¿Qué les ha contado?
– Que el camión era prestado, que íbamos a un funeral y que era la única manera de no llegar tarde… Espero haberme equivocado.
– Yo también.
Harry contempló la carretera del acantilado antes de echar un vistazo por el espejo retrovisor. En el puesto de control todo seguía igual, y los coches pasaban uno a uno.
Harry apartó la vista del retrovisor y miró a Elena, que tenía los ojos fijos en la carretera. De pronto se volvió, como si supiera lo que estaba pensando y lo que se disponía a preguntarle.
– Fue el convento quien me asignó el cuidado de su hermano.
– ¿Quiere decir que usted ya sabía quién era?
– No.
– ¿Pero las personas del convento sí?
– No lo sé.
– ¿No lo sabe?
– No.
Harry miró de nuevo la carretera. La monja sin duda conocía la identidad de Danny, pero aun así lo había ayudado a escapar de la policía poniéndose en peligro.
– ¿Le importa si le hago una pregunta tonta? ¿Por qué está haciendo esto?
– Yo también me lo pregunto, señor Addison.
Elena apartó la vista de la carretera y clavó en Harry sus ojos intensos y penetrantes.
– Creo que debería saber que en Bellagio estuve a punto de acudir a la policía y delatarles a usted y a su hermano…, pero el cuerpo que sacaron del lago era el de un hombre que ayudó a llevar a su hermano adonde se encuentra ahora… Hacía sólo unas horas que le habían comunicado el asesinato de su esposa y se dirigía a casa… -Elena se detuvo por un segundo, como si el recuerdo atroz de lo que había visto no le permitiera hablar, pero al fin reunió energías suficientes para continuar-. Dicen que se ha ahogado, pero no sé si es verdad… Lo acompañaban otros dos hombres y no sé qué les ha sucedido… Así que al final tomé una decisión.
– ¿Sobre qué?
– Sobre mi futuro… Dios me ha encomendado el cuidado de su hermano, señor Addison… Al margen de lo que haya ocurrido, Él todavía no me ha liberado de mi deber… -Elena sostuvo la mirada de Harry por un instante y después se volvió a la carretera-. Cuando llegue a esos árboles gire a la derecha por el camino de tierra.