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París, hotel Western Aurore, 17.45 h


– Buenas noches, Victor.

– Hola Richard. Llevo toda la tarde esperando tu llamada.

– Ha habido un retraso, lo siento.

– He visto la noticia por la tele sobre el tiroteo en la pista de entrenamientos de Chantilly. Han hablado de los dos jinetes muertos, pero no han dicho mucho más.

– No se te habrá acercado la policía, ¿no?

– No.

– Estupendo.

Victor estaba tumbado en la cama en ropa interior, con la televisión puesta de fondo. Había llegado aquella mañana en tren desde Chantilly y tomó un taxi desde la Gare du Nord hasta el hotel en el que estaba ahora, delante de otra estación, la Gare de Lyon. Aquí había desayunado en la habitación, se había dado una ducha y luego se echó una siesta hasta las dos. Después se puso a esperar, siguiendo las instrucciones recibidas, a que le llamara Richard. Como le sucedió en Madrid, se había ido poniendo más nervioso con el paso de las horas, temiendo que Richard no fuera a llamarlo, tal vez nunca más. Si la noche pasaba y no tenía noticias de él, no sabía lo que haría. Sinceramente, no lo sabía. De hecho, la idea de matarse se le había pasado por la cabeza más de una vez. Era realmente una posibilidad, algo que podía hacer. Y era muy posible que lo hubiera hecho si Richard no lo hubiera llamado antes de -se había fijado la hora- las ocho de la mañana siguiente. Pero luego Richard llamó y todo estuvo bien y volvió a sentirse cómodo y querido y respetado.

– Te pido disculpas por el retraso, Victor. Los últimos preparativos han llevado un poco de tiempo.

– Está bien, Richard, lo comprendo. A veces las cosas se complican, ¿verdad?

– Desde luego, Victor. Bueno, aquí tienes tus instrucciones. El tren número 243 sale de la Gare du Nord hacia Berlín a las 20.46 de hoy. Hay un billete de primera clase reservado a tu nombre en la ventanilla de atención al cliente. ¿Podrás tomar ese tren, Victor?

– Sí.

– De acuerdo. Llegarás a Berlín a las 8.19, mañana por la mañana. A las 12.52 del mediodía, el tren número 41 saldrá de Berlín en dirección a Varsovia y llegará a destino a las 18.25, por la tarde. Tienes reservada una habitación estupenda en el hotel Victoria Warsaw. Te llamaré allí antes de la medianoche. ¿Es todo correcto, Victor?

– Sí, por supuesto, Richard. Siempre hago lo que tú me pides. Es por eso por lo que confías en mí, ¿no?

– Sí, Victor. Sabes que es por eso. Que tengas buen viaje, te llamaré mañana.

– Gracias, Richard. Y buenas noches.

– Buenas noches, Victor. Y gracias a ti también.

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