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15.40 h


Marten cruzó la puerta y se puso las gafas de sol para protegerse de la fuerte luz; luego recorrió rápidamente el tramo de calle. Una vez en la esquina, se volvió hacia la entrada de Els Quatre Gats. Si Pelo Canoso iba a perseguirlo, todavía no lo estaba haciendo. Un paso más y había doblado la esquina en busca de Demi. La acera estaba abarrotada y no la vio. Por un momento, temió que se hubiera marchado sola, que todavía no confiara en él y que tuviera que buscarla y volver a empezar de nuevo la misma batalla. Y entonces la vio esperándolo bajo el alero de una tienda.

– ¿Qué ocurre? -le preguntó, al verlo.

– Un hombre de pelo canoso y un polo amarillo me viene siguiendo desde La Valetta. Tiene que ser cosa de Foxx, pero no estoy seguro.

– Le han seguido.

– Sí.

– Eso significa que nos han visto juntos.

Marten percibió la furia que empezaba a asomar otra vez en sus ojos.

– Puede usted quitarle importancia a todo diciéndole a Beck que la he seguido hasta Barcelona y he insistido en hablar con usted. En el restaurante le he hecho un montón de preguntas extrañas de las que no sabía nada y, como yo seguía insistiendo, se ha enfadado y se ha marchado.

– En eso tiene usted razón: me he enfadado y me marcho -dijo airadamente antes de darle la espalda bruscamente y marcharse entre la muchedumbre.

Marten la alcanzó; ella lo ignoró.

– Le guste o no, estamos juntos en esto. Usted quiere saber qué ha sido de su hermana y yo quiero saber qué le pasó a Caroline Parsons. -Miró a su alrededor y luego bajó la voz-. En ambos casos el doctor Foxx parece ser la clave.

Ella siguió ignorándolo y siguió caminando.

Marten se mantenía a su lado.

– Si Foxx está aquí y el reverendo Beck va a encontrarse con él… lo único que quiero saber es dónde y cuándo. Aparte de esto la dejaré tranquila, se lo prometo.

Ella no le respondió. Alcanzaron el final de la manzana y se detuvieron junto a un grupo de gente que aguardaba en el semáforo en rojo. Marten se le acercó un poco más.

– Está sola en esto, ¿no es cierto?

Demi no dijo nada. El semáforo se puso verde y ella se fundió con la gente para cruzar la avenida. Marten volvió a alcanzarla. Marten insistió:

– Esa gente no es especialmente agradable, en especial Foxx. Llegará un momento en el que deseará tener cerca una cara amiga.

Alcanzaron la acera de enfrente y ella se volvió bruscamente para enfrentarse a él:

– No piensa largarse, ¿no?

– No.

Lo miró un segundo más.

– Lo único que quiere saber es dónde y cuándo -dijo, finalmente, resignada.

– Sí.

– Haré lo que pueda.

– Gracias -dijo él, y luego levantó rápidamente la vista y bajó de la acera para llamar un taxi.

El taxista cruzó dos carriles y se detuvo a su lado.

Marten abrió la puerta de atrás:

– Vuelva al hotel. Esperemos que a estas alturas Beck ya se haya registrado. Vea lo cómodo que se siente con usted, si cree que la situación se ha calmado lo bastante para como para hablar de Foxx y de su reunión con él. -Demi subió al taxi y Marten le entregó una hoja de papel-. Mi número de móvil. Si no sé nada de usted hacia las cinco, la llamaré. -Cerró la puerta del taxi, éste se alejó y Marten se apresuró a rehacer el camino por el que habían venido.

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